¡¡ FELIZ NAVIDAD !!
©Félix Sánchez Montes @felixsm #blogmonteros
jueves, 24 de diciembre de 2015
viernes, 11 de septiembre de 2015
Nuestra exposición "Historia de la montería". fecircatur 2015. Ciudad Real, del 11 al 13 de septiembre de 2015
Nuestra exposición "Historia de la montería", colaborando con el stand de www.montear.info , de la Federación Andaluza de Caza, en fecircatur 2015. Ciudad Real, del 11 al 13 de septiembre de 2015.
Fotografías y documentos de Manuel Mialdea Lozano, Sergio Sánchez Castañer y Félix Sánchez Montes.
Fotografías y documentos de Manuel Mialdea Lozano, Sergio Sánchez Castañer y Félix Sánchez Montes.
domingo, 30 de agosto de 2015
Publicadas fotografías mías en el artículo "Cómo favorecer la tranquilidad de los venados" de la revista El Coto de Caza nº 94. Julio 2015.
Publicadas fotografías mías en el artículo "Cómo favorecer la tranquilidad de los venados" de la revista El Coto de Caza nº 94. Julio 2015.
jueves, 6 de agosto de 2015
Publicado mi artículo "Por España tras las cabras monteses" en la revista Caza Mayor del mes de julio de 2015.
Publicado mi artículo "Por España tras las cabras monteses" en la revista Caza Mayor del mes de julio de 2015.
miércoles, 5 de agosto de 2015
Publicadas fotografías mías en el artículo "Arruí. Simplemente imponente y soberbio" en la revista Caza Mayor del mes de julio de 2015
Publicadas fotografías mías en el artículo "Arruí. Simplemente imponente y soberbio" en la revista Caza Mayor del mes de julio de 2015.
lunes, 3 de agosto de 2015
¡¡¡SÍ, YO SOY CAZADOR!!!. Artículo de mi gran amigo Rafael Vila
El autor
¡¡¡SÍ, YO SOY CAZADOR!!!
Sí, sí, es así. Y además no me
avergüenzo de mi contundencia ni de esos signos exclamatorios por más que en
los tiempos que corren puedan llegar a ser hasta socialmente peligrosos. Pero
es que voy a ir incluso mucho más allá, porque no es ya sólo que no me
avergüence –faltaría más-, sino que me llena de orgullo el serlo por más de una
infinidad de razones –acabo de decir razones y no millones ni subvenciones- que
llevo muy dentro de “mi corazón” -perdón, que aunque es sentido figurado no
deja de ser un órgano corpóreo vital-, quería decir de “mi alma”… Esas mismas que
la han ayudado a dar su verdadero sentido a mi vida.
Sinceramente creo que desde un punto
vista racional podría dar más de una infinidad de razones tanto históricas como
actualmente económicas, sociales, vitales y, hasta si se quiere, ecologistas y
medioambientales en defensa de la caza. Pero no, hoy no lo haré, todo ello me
lo guardo de momento para mí que seguro que tendré tiempo de hacerlo.
Por eso hoy sólo me gustaría hablar
de mí y de mis sentimientos cinegéticos personales, de esos que hoy ya muchos
inadmiten ab initio –perdón, es pura deformación profesional- y rechazan de
plano sin escucharlos por el simple hecho de ser eso mismo, o sea, cinegéticos.
Pues no, yo personalmente y siempre dentro desde el respeto, no renunciaré al
derecho que creo que me asiste a expresarlos, más que nada porque por más que
hayan cambiado tanto las cosas, quienes se dicen invadidos de otros totalmente
contrarios no dejan de expresarlos y, en ocasiones, hasta airadamente y con
bastante violencia, al menos, verbal. Y aquí se supone que estamos en
democracia y, aunque mi sentimiento está muy pero que muy por encima de
cualquier sistema de Estado y de Gobierno y ya puestos, hasta de la maldita
política que tanto daño ha hecho y sigue haciendo, creo que eso garantiza el
que todos tengamos derecho a expresar lo que sentimos… Lo voy a decir algo más
claro: aquí “o jugamos todos o pinchamos la pelota”. Y ya adelanto que yo soy
uno de esos de los que juega y además fuerte, porque cuando se trata de
sentimientos y vida siempre respondo con los que tengo y con la que ya he
vivido y aún hoy, afortunadamente, sigo viviendo.
Acompañado de Félix Sánchez en Las Mesas de Mialdea
Pues eso, que soy cazador y montero
a mucha honra, pero no me considero sólo eso porque pienso que también por el
hecho de serlo soy aún más ecologista y amante del campo y la naturaleza -con
todo lo que ello conlleva, que no es poco- que muchos de los que, con más
apariencia que fundamento, se precian de serlo. Sí, sí, es así aunque pueda
parecer contradictorio, porque cuando uno es capaz de llegar a sentir la misma
emoción tirando un venado en montería que observándolo en época de berrea;
viendo desde el coche a ese conejo que cruza confundido el camino y al que
evitas de un volantazo para salvarle la vida por más que después vayas al
desconejo en verano; disfrutando del ruido del aleteo de la paloma contra su
chaparro cuando rompe sus sesteo por más que siempre esperes que llegue esa tan
ansiada media veda; o cuando uno es igualmente capaz de evitar hacer daño a
lagartos, culebras y hasta víboras –esos reptiles que generalmente son tan
odiados y a los que la mayoría de los no cazadores matarían si tuvieran ocasión
de hacerlo-; de respetar a las especies protegidas aunque no acabe de entender
porqué se protege a bastantes que no están realmente en peligro y, sobre todo,
cómo puede llegarse a proteger a algunas especies alóctonas –aclaro, por si
acaso alguien que lea esto no lo sabe, que viene a significar que ni nacieron,
ni se criaron, ni vivieron jamás antes aquí; son introducidas de muy diversas
maneras y algunas de ellas hasta ponen en serio peligro nuestros propios
ecosistemas-; de disfrutar recogiendo ese corcho sobrante del descorche del alcornoque
para montar el Belén en Navidad, de vibrar con el canto de la patirroja aunque
no seas cuquillero; de andar siempre que puedes entre chaparros, jaras,
lentiscos, coscojas, romeros, jaguarzos, retamas, madroñeras, pasto y hasta abulagas
–esas que se llamen como cada uno las quiera llamar pinchan de verdad- sin
encontrarte casi nunca a nadie y, por supuesto, disfrutando de todos esos animales
con los que te cruzas sin necesidad de más; de sentir la ilusión que te hace buscar
en su tiempo algún que otro espárrago que te de para una tortilla y, sobre todo,
de admirar siempre el cielo sin dejar de mirar nunca al suelo porque te da
igual sudar que empaparte y hasta enfangarte que caerte... Estás allí, en el
campo, en tu campo, ese mismo que te llega dentro con tanta fuerza que te hace
sentirte parte de él.
Pues eso, que soy cazador, montero,
amante del campo y la naturaleza y hasta ecologista. Veréis, yo me crié en la
ciudad pero la vida me la daba el campo, la naturaleza y algo que es
consustancial a ambas, la caza. De hecho, fue esta última quien me hizo
comprender, entre otras muchas cosas, lo que en realidad significaban las otras
dos. Recuerdo que, cuando empecé a recibir mi siempre gratificante paga, parte
de ella fue para comprarme el primer libro en la ya tristemente desaparecida librería
Luque de Gondomar. ¿Sabéis cuál fue?... Pues la Guía de las Rapaces Ibéricas, especies que hasta
donde yo se, ni eran entonces ni hoy son cinegéticas. Era apasionante y aprendí
bastante de ellas, de las diurnas y de las nocturnas, del Águila Real, de la Imperial , de la Calzada , de la Culebrera , de los
Buitres (el tan común Leonado y el amenazado Negro), del Alimoche, del Azor,
del increíble Quebrantahuesos, de los gavilanes, milanos, cernícalos y
halcones, del Buho Real, del Chico, del Cárabo, de las lechuzas Común y
Campestre, del Autillo y hasta del Mochuelo, y eso que sabía que a muchas de
ellas probablemente nunca llegaría a encontrármelas en mi campo en la vida.
Después coleccioné aquellos míticos Cuadernos de Campo de Félix –perdón Félix
por la confianza- y también aquellos fascículos –posiblemente haya algunos que
aún no sepan que existía eso de los fascículos- que a modo de enciclopedia
semanal el propio Félix iba sacando todos los años, aún sabiendo que
difícilmente podría llegar siquiera a ver a la mayoría de esas especies en mi
vida. Veía siempre su serie El Hombre y la Tierra –faltaría más- porque era lo único que por
aquella época existía en televisión relacionado con el campo, los animales y la
naturaleza en general. Francamente, no creo que llegue a haber otro como Él,
más que nada porque hoy se pueden hacer fácilmente muchas cosas, pero lo
difícil era hacerlo entonces y en esas condiciones. También me empapaba de
todos los libros de caza que por entonces ya tenía Mi Padre –sí, con las mayúsculas
que merece- y de algunos otros bastantes ya históricos que le pedía a los “Reyes
Magos” y que hasta me seguía comprando cuando podía con mi paga –llámese, y es
sólo a título de ejemplo porque afortunadamente tengo algunos bastantes más,
Narraciones de Caza Mayor en Cazorla de González Ripoll, Diario de un Cazador
de Delibes y la trilogía Umbría y Solana de Urquijo-; y también por entonces,
escopeta en mano, empezaba con el desconejo en junio, con las tórtolas y
palomas en media veda y ya, cuando llegaba octubre, no paraba de montear hasta
febrero. Y el caso es que disfrutaba mucho con todo ello porque jamás vi
siquiera atisbo alguno de incompatibilidad, sino más bien un nexo común que era
el amor y el respeto por el campo. Y le pese a quien le pese, el campo es tan
agradecido como cruel en su propia naturaleza, esencia y existencia, y así fue
siempre y así es como tiene que seguir siendo, más que nada porque necesita
tanto de sus animales como de su caza. Y él, que es sabio, lo sabe.
Con Lolo Mialdea
No quiero entrar más en todo lo que
aprendí ni he seguido aprendiendo con el paso de los años, porque ello sólo me
llevaría a tener que manifestar eso tan increíblemente cierto que ya dijo con
cierta ironía el sabio Sócrates en la antigüedad: Sólo se que no se nada.
Pero no es menos cierto que yo a estas alturas, en esta ocasión y en este tema
lo completaría algo más: Puede que no sepa nada, pero en estos tiempos hay
muchos que ni siquiera llegan a saber que significa realmente saber nada, que
aunque parezca mentira es mucho más de lo que ellos saben o pretenden saber.
Y como me estoy extendiendo como
siempre demasiado –yo soy así- me gustaría abreviar haciendo un compendio de algunos
adjetivos que no son sino expresión de los muchos sentimientos que me han
enseñado y ayudado a comprender mucho mejor tanto el campo como la caza y la
montería: respeto, honestidad, amistad, muerte, vida, ayuda, compañerismo,
egoísmo, mentira, verdad, sufrimiento, desolación, alegría, falsedad, interés,
desconsuelo, riqueza, desazón, fraternalidad, llanto, sonrisa, felicidad,
fracaso, honradez, y tantos y tantos otros que podría poner y todos ellos
envueltos en lluvia, viento, frío, calor y algunas otras condiciones
meteorológicas más y no siempre del todo adversas. Pero aún hay cuatro que en
esta todavía escasa relación no he puesto y que son para mí quizás los más
importantes: SENTIMIENTO PURO, CONCIENCIA LIMPIA, HUMILDAD y DIGNIDAD.
¡¡¡Ah, una cosa más!!!... He leído
algo últimamente que de verdad me ha alarmado y bastante, porque por lo visto
algunos “iluminados” que jamás han estudiado ni se han preocupado de
documentarse sobre esto, que no saben distinguir una jara de una retama, ni un
venado de un gamo, ni lo que es en realidad un humedal y a qué humedales van,
por ejemplo, las malvasías –especie protegida desde hace muchos años-, ni si
existe superpoblación de conejos en las vías del AVE, ni siquiera si gracias a
la caza y a los cazadores hoy viven en las sierras de toda España muchos más
venados, cochinos, gamos y muflones –es sólo un ejemplo- que en toda su
historia desde que la caza existe –es pura estadística-, ni tantas y tantas
cosas más, han llegado a decir que los cazadores somos simplemente “ASESINOS DE
PERSONAS EN POTENCIA”, durísima y gravísima expresión rayana en la antijuridicidad
que indudable daña, entre otras bastantes cosas, la dignidad personal. Quizás no sirva para
mucho pero les voy a contestar –y aún así de momento me voy a dejar bastante
dentro- y no porque lo merezcan, sino por puro sentimiento de respeto hacia esa
mi propia dignidad personal.
Ahí va. Yo soy cazador y montero
–ahora obviaré eso de amante del campo, de la naturaleza y hasta ecologista que
como ya he dicho va intrínsecamente unido a esa maravillosa condición de la que
me siento más que orgulloso-, tengo esposa y dos hijos, soy abogado de
profesión y en mi vida sólo me he dedicado a intentar sacar todo adelante en la
medida que mis posibilidades me han ido ofreciendo cada momento y, por cierto,
ellos me quieren porque jamás les he hecho daño y, por supuesto, no me tienen
ningún miedo; he ayudado a cuantos he podido en la medida que también mis
posibilidades me permitían hacerlo y creo que ellos tampoco me tienen ningún
miedo; y he hecho algunas cosas más que podría decir y hasta probar –yo no soy
de esos indocumentados que hablan gratis y sin conocimiento alguno- sin
necesidad de causar miedo ni daño a nadie; y también algunas buenas personas de
esas que aunque cazan no dan miedo ni hacen daño me han ayudado a mí cuando más
lo necesitaba; por todo ello jamás de
los jamases sería capaz -¡¡¡Qué barbaridad, por favor y hasta por Dios!!!-, no
ya de matar, sino siquiera de hacer el más mínimo daño a ninguna persona sino
todo lo contrario. Es más, a estas alturas ya ni siquiera de hacérselo a ningún
animal si no siento lance de por medio, porque la pura verdad, ahora que ya ni cazo
ni monteo tanto, es que me gusta más que nunca verlos pastar, comer, echarse y
hasta correr y volar tranquilos y no siento necesidad de nada más. Pero cuando
voy a cazar o montear soy yo el que decido cuándo sí y cuando no, cuestión que,
por otra parte, tampoco es decidir mucho, porque cuando lo intento no siempre
ni mucho menos lo consigo. Y eso sí porque lo llevo dentro, cuando hay lance y
decido acabarlo, me siento más que orgulloso de que acabe bien, más que nada
porque eso forma parte de mi vida y de mi sentimiento y, sobre todo, de la
caza, de la montería, del campo y de la naturaleza –no he podido obviarlo del
todo-, y todos ellos juntos me han enseñado lo que en realidad significa esa
vida y ese sentimiento.
Hay
que estudiar y documentarse bastante más señores recién llegados, que los
efectos mediáticos duran lo justo ante lo que es algo que va intrínsecamente
unido a la propia vida y esencia del hombre desde que existe. Conozco a muchos
ecologistas de los de verdad con bastante prestigio y aún más conocimiento que,
no siendo cazadores, siempre coinciden en una cosa: la caza, por más que no les
guste ni la practiquen, es tan necesaria como la vida misma; y por esa razón la
respetan. Lástima que desgraciadamente no sean todos así.
Con mi hijo en 2012
Pero como yo de momento no tengo la
suficiente categoría personal como para equipararme a algunos de ellos me
gustaría terminar, por si a alguno de estos iluminados y recién llegados
anticaza le pudiera servir de algo, que francamente lo dudo, con algo que dijo un
naturalista de verdad y tan histórico como inigualable como lo fue mi querido y
hasta añorado Félix Rodríguez de la
Fuente –y ahora sí que le pongo sus apellidos porque la
aparente confianza espontánea y momentánea jamás puede olvidar en el fondo mi
profundísimo respeto a su persona, a su trabajo y a lo que en su momento
consiguió hacer-, prologando la ENCICLOPEDIA
DE LA CAZA
que Ediciones Vergara publicó allá por
el año 1969:
“Cuando
un naturalista que dedica la vida al estudio y protección de la naturaleza toma
la pluma para prologar una enciclopedia de caza, necesariamente ha de hacerse
una pregunta. ¿Es justo que el zoólogo, el proteccionista, el amigo de los
animales, abra las páginas de un libro que, de manera tan rigurosa como
atractiva, describe las técnicas de la persecución, el acoso y la muerte de las
criaturas salvajes?
El
naturalista, con toda sinceridad, no tiene más remedio que responderse
afirmativamente: puede y debe introducir al lector en las artes venatorias.
Primero, porque él mismo llegó a conocer
y a querer los animales siguiendo las venturosas sendas del cazador. Y,
sobre todo, porque la caza, lo que los científicos llaman la predación, ha venido constituyendo el resorte supremo
de la vida desde que ésta apareció sobre nuestro planeta. Porque el cazador, si mata siguiendo las
rígidas e inmutables leyes que ha impuesto la naturaleza a la gran estirpe de
los predatores, regula, con su acción, y dirige, al mismo tiempo, el
complejísimo concierto de las especies: el equilibrio entre los vivos y los muertos”.
Pues sí, soy cazador, montero y
amante del campo y de la naturaleza. Y no es que lo diga a mucha honra que
también, es que lo llevo a gala allá por
donde vaya., más que nada porque fue la caza la que me enseñó lo que de verdad
era el campo cuando muestra toda su fuerza; esa misma fuerza que, entre otras
muchas otras cosas, me une hoy día con mi hijo tanto como en su momento me unió
para siempre a Mi Padre, el mismo que, a día de hoy, sigue monteando allá por
el cielo con Alatriste.
Rafael Vila
domingo, 2 de agosto de 2015
Vídeo de promoción de la revista Caza Mayor, agosto 2015, donde aparecen mis 2 artículo sobre "Gestión de reses" y "Razas de perros de rehala"
Vídeo de promoción de la revista Caza Mayor, agosto 2015, donde aparecen mis 2 artículo sobre "Gestión de reses" y "Razas de perros de rehala"
sábado, 11 de julio de 2015
Publicadas fotografías mías en el artículo "¿Qué necesitan ahora nuestros venados?" de la revista El Coto de Caza nº 93. Julio 2015
Publicadas fotografías mías en el artículo "¿Qué necesitan ahora nuestros venados?" de la revista El Coto de Caza nº 93. Julio 2015.
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