EL AGARRE
Dejó su húmedo encame
al oir las cencerrillas,
y un podenquillo puntero
va señalando su huida.
Retumban los trabucazos
en fragor de artillería;
nubes de pólvora negra
se peinan en las encinas,
y los perreros pregonan:
“¡Ahí va el marrano p´arriba!”.
Cuatro mastines ligeros
< las dos colleras más finas >
van acosando al marrano,
que al cortadero se tira.
De un par de tiros de rifle
saca una pata partida.
Media docena de perros
le van mordiendo en la herida …
Casi agotadas sus fuerzas
se acula en una lentisca,
y el bisurco de su boca
desgarra patas y tripa,
entre furiosos ladridos
y crepitar de agonías.
Los zahones del perrero
rompen monte a toda prisa;
el afilado cuchillo
le parte cuatro costillas,
y el viejo marrano muere
vengando su propia vida.
En su sangre, aún caliente,
bebe la brava jauría.
Dos mastines se revuelcan,
el podenquillo agoniza,
y suenan las caracolas,
y sigue la montería.
Una pleamar de buitres
Sube por la sierra arriba.
Carlos VALVERDE
*Original en la desaparecida revista Caza y Pesca. 1974
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