domingo, 14 de abril de 2019

Sin rehalas no hay monterías. ¿A qué esperamos para unirnos y actuar?. Mi artículo en mi blog de Cazavisión, octubre 2017


Enviado por Félix Sánchez Montes el 3 October 2017

Nos quedamos sin caza social, sin rehalas y sin nuestra montería tradicionalsi no nos unimos. Hay que actuar ya, salir a las calles, exponer nuestros problemas y lograr que nos escuchen. ¿A qué estamos esperando? Sé que no estoy solo en esta lucha contra lo que considero una injusticia, y sé también que hay más cazadores que opinan como yo.

La caza no es solamente una actividad comercial; no es más cazador el que más piezas consigue o va a las mejores monterías. Estamos equivocando nuestro camino, perdiendo el norte. La caza es mucho más, no solamente dinero. Es tradición, una manera de vivir y sentir lo que nos gusta. Sin rehalas no podría existir la montería, son el alma de la misma, y en especial me estoy refiriendo a las rehalas no comerciales, las usadas en la caza social, y ambas, si no lo remediamos, están en trance de desaparecer si no buscamos soluciones.

El problema y grande que tenemos el colectivo de cazadores es nuestra falta de unión en los asuntos que nos afectan directamente, y así nunca lograremos nada. Es un claro exponente de acoso a una actividad que nuestros gobernantes y políticos no entienden ni quieren entender. La caza es una actividad que está considerada por ellos como “políticamente incorrecta”, no les interesa estar en contra de grupos minoritarios anticaza, que curiosamente están subvencionados por ellos al considerarlos grupos ecologistas. Y así tenemos que un colectivo que entre todas sus modalidades agrupa a más de un millón y medio de practicantes, está siendo ignorado y atacado por grupos minoritarios que ni entienden ni quieren entender la caza.

Y el ataque de estos políticos no va dirigido contra el fuerte, ¡no! Se ataca a los más débiles, al rehalero que pierde dinero todas las temporadas por sacar sus perros al campo, por una afición mamada de sus mayores; al acemilero que un fin de semana intenta ganar un jornal con su bestia sacando reses; al postor sin ingresos que no tiene otro modo de vida; al secretario, que con su jornal puede llevar comida a su casa, sin olvidarnos del modesto cazador rural que cada día se encuentra con más trabas administrativas para poder realizar su pasión, cazar.

¿Qué intereses hay detrás de estas acciones? No nos engañemos, lo único, el afán recaudatorio sin tener en cuenta la realidad social. ¿Quiénes los asesoran? Gente que como ellos desconocen nuestro mundo de la caza y sus costumbres. Y no tenemos que olvidar los ataques de grupos que se supone son cazadores, pero que no les interesa que nos movamos. Rehalas, que cuando les brindamos ayudarlos declinan la invitación, diciendo que les dejemos actuar a ellos; rehalas no comerciales que opinan lo mismo y que dicen no sentirse representadas por las asociaciones. ¿Qué ocurre entonces? La respuesta es fácil, no van a ayudar al débil, pues nada ganan. Quedarán solamente las rehalas comerciales para montear en cercones y desaparecerán las demás, es así de triste.

Y esto ocurre con un gobierno central ocupado por un grupo político que se supone es defensor de la caza, pero que al final se une a los demás grupos políticos en el ataque contra la caza y los cazadores. Como otros cazadores, he dejado pasar un tiempo para ver si esto se solucionaba. Pero no se mueve casi nadie. En mis grupos sociales, blog y publicaciones expuse mis opiniones al respecto, que se resumen rápido: si no nos unimos los cazadores, la caza social desaparece y con ella el 90% de las rehalas, monterías sociales y un saber que costó muchos años conseguir.

Grandes rehalas y muy conocidas han tenido que cerrar, lo cual repercute negativamente en las monterías. Muchos no parecen comprender que sin buenas y cuidadas rehalas no existirían esas mismas monterías. Por suerte, ya están en marcha algunas iniciativas que intentan poner solución a estos problemas, la Alianza Rural, por ejemplo, que logró aglutinar en Córdoba el pasado 30 de septiembre a más de 40.000 personas del mundo rural en una histórica manifestación, o a la propuesta de declaración de Bien de Interés Cultural a la Montería y la Rehala en Andalucía y Extremadura. ¡Éste es el camino!

Desde este blog que hoy inauguro apelo a los monteros para que no callen y ayuden a las rehalas. ¿Queremos verdaderas rehalas? Pues si no las apoyamos, tendremos próximo el fin de nuestras tradiciones.


sábado, 13 de abril de 2019

Cómo está compuesta un rehala clásica. Mi artículo en Trofeo Caza, enero 2019


La importancia de las rehalas en la montería tradicional española es innegable, sin ella no existiría esta modalidad como tal.

En su libro Veinte años de caza mayor ya lo decía el conde de Yebes:

«No hay verdadera montería sin perros. Es tal su importancia que para comprenderlo basta apreciar la que nuestros clásicos les prestan en cualquiera de sus tratados sobre la materia. Cuando se montea de verdad, es decir, con todos los elementos que el caso requiere, y entre ellos, y en lugar preeminente, varias rehalas punteras, estas lo van diciendo todo. Lo van diciendo todo al que sabe escuchar, que no es fácil».

En su libro "Tras las huellas del recuerdo" incide en lo mismo el marqués de Valdueza:

«La rehala es el fundamento de la montería, porque la condición precisa para que la batida tenga carácter de montería es la presencia de sus perros».

Ya en el Código de las monterías de Sancho IV (s. XII) y, con posterioridad, en el Libro de la montería de Alfonso XI, rey de Castilla (s. XIV), se nombra en su tercer libro (capítulos 24 a 30) los métodos de caza mayor y el tipo de perros usados.

Es a partir del siglo XX cuando ya podemos hablar con propiedad de rehalas parecidas a las actuales. Las razas usadas eran predominantemente, y hablo del sur de España, podencos, mastines, alanos y regalgos (cruce de podencos con galgos). A partir de los años cincuenta se usaron menos los regalgos y los alanos puros, desapareciendo prácticamente.

Es a partir de esta época cuando las rehalas tienden a unificar sus razas, siendo mayoritarios los podencos, en sus diferentes tipos y composición. Son los últimos cuarenta años los que nos han traído al mundo de las rehalas la mayor especialización en cuanto a razas se refiere.

Es importante añadir que se han vuelto a usar y criar alanos, un clásico entre las razas monteras y que estaba prácticamente extinta.



NÚMERO Y RAZAS DE PERROS DE UNA REHALA 

El número medio de colleras de una rehala en el sur de España estaría entre un mínimo de 9, como es el caso de las rehalas clásicas cordobesas, y un máximo de 12, ya que está permitido usar de 15 a 24 perros adultos por jornada de caza.

Si hablamos, por ejemplo, de una rehala clásica cordobesa de 9 colleras, estaría compuesta de la siguiente manera:


  • 1 collera de puntas, por lo general podencos medianos. Perros rápidos y de muy buen olfato, fundamentales en toda rehala, ya que son los primeros en localizar a las reses y llamar al resto de la rehala para que acudan
  • 4 colleras de podencos puros de talla grande, con buenos pies para mover a las reses.
  • 2 colleras de cruzados amastinados para ayudar en los agarres.
  • 2 colleras de perros grandes, cruzados pesados o mastines semiligeros. Ideal sería poder contar con alanos, aunque muchas veces estos perros son dogos o bóxer. Son los encargados de sujetar a las reses una vez producido el agarre y permitir que se pueda rematar a la res, a poder ser a cuchillo como manda la tradición.
En general, si lo que queremos es usar la rehala en una montería tradicional, cuyo fin es que las rehalas muevan y lleven a las reses a los puestos, donde son abatidas por los monteros, no deberíamos usar más de 2 colleras de los considerados de agarre.

Y sobre qué características deben tener, tomo las palabras del conde de Yebes en su libro Veinte años de caza mayor, donde dice que:

«el buen perro de rehala, sea cualquiera su clase, desde el puro podenco envelado y peliduro al de padres desconocidos y tipo inverosímil (que los dos pueden ser de punta), requiere, entre otras, las siguientes características principales: fuerza, coraje, perseverancia, vientos y dicha. A cual de ellas más importante, y si no las reúne es un perro incompleto».

Sobre las razas de los perros utilizados en las rehalas, sería cuestión de un artículo más extenso, pues es grande la materia.

Sin rehalas no hay montería, y es algo que solemos olvidar, cuando no valoramos en su justo término el trabajo de rehaleros, perreros, auxiliares y perros. Ellos son los que nos hacen disfrutar de esas monterías emocionantes, de esos lances que nunca olvidaremos.

Son ellos, los que empiezan la montería mucho antes del alba y los que la acaban, con suerte, ya muy entrada la noche, recogiendo perros. Y los que cuidan de esos perros los 365 días de un año, no solamente durante la temporada. Un trabajo, que no está suficientemente pagado y que solamente se entiende por la afición y la pasión por los perros.

Félix Sánchez Montes



viernes, 12 de abril de 2019

Los puntos más conflictivos de las nuevas leyes de protección animal. Mi artículo en Trofeo Caza, agosto 2018



En los últimos tiempos está proliferando en las comunidades autónomas la implantación de nuevas leyes de protección animal, promovidas por grupos animalistas y ecologistas con la ayuda de una amplia mayoría de partidos políticos, que ven en estas corrientes presuntamente conservacionistas una manera de atraer hacia sus formaciones los votos que tanto necesitan.

Como punto en común en todas estas nuevas leyes están las prohibiciones, restricciones y dificultades varias, con el único objetivo de restringir, y a veces intentar prohibir, el ejercicio de una actividad legal y reglada como es la caza.

Entre otras comunidades autónomas ya se han aprobado, o están en trámite, nuevas propuestas de protección animal en Galicia, País Vasco, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha o Andalucía.

La más importante de estas nuevas modificaciones que se pretenden aprobar es la que, con fecha 26 de enero de 2018, el Grupo Parlamentario Confederal de Unidos Podemos-En Comú Podem-En Marea, integrado por En Marea, Podemos, En Comú Podem, Izquierda Unida y Equo, presenta a la Mesa del Congreso de los Diputados una proposición de ley de modificación del Código Penal en materia de maltrato animal.

En el análisis jurídico del contenido de esta proposición, que ha realizado la fundación Artemisan, se dice que es cierto que la propuesta de modificación del artículo 337.1 CP exceptúa expresamente a aquellos sujetos que actúen amparados por la ley, como lo son los cazadores o pescadores; sin embargo, la ampliación de los animales penalmente protegidos en los delitos de maltrato animal, incluyendo a los «vertebrados» o a «cualquier otro», como así dispone la proposición de ley, podría significar la tipificación de ciertas conductas accidentales que se sucediesen en cualquier modalidad de caza o pesca y que en la actualidad, única y exclusivamente, cuentan con una relevancia sancionadora desde una perspectiva estrictamente administrativa, estando calificadas en la mayoría de los supuestos como infracciones leves.

Imaginemos, pues, que nos encontramos cazando en nuestro acotado y que nuestro perro corre tras un conejo en dirección al acotado colindante, introduciéndose en su interior, donde finalmente logra capturarlo.

A priori, se trataría de una acción que no se encuentra amparada legalmente y que, en virtud de lo dispuesto en la normativa cinegética, podría ser constitutiva de una infracción administrativa.

Sin embargo, en virtud de la modificación propuesta, podría ser constitutivo de un ilícito penal. Es más, nos encontraríamos ante el agravante del tipo básico (art. 337.2 CP), puesto que, además, concurre la circunstancia de utilización de otro animal como instrumento para causar las lesiones o, en su caso, su muerte.

También nos encontraríamos ante circunstancias agravantes si esta conducta se efectúa ante la presencia de un menor de edad y/o se usan armas de fuego.

La misma interpretación podría efectuarse en relación con el supuesto hecho consistente en que un perro integrante de una rehala capturase un ejemplar cuya caza no se encuentra autorizada para esa acción de caza (por ejemplo, una corza), o si un ave empleada para la práctica de la cetrería captura una especie que en esa comunidad autónoma no está autorizada (por ejemplo, un ave acuática en la Comunidad de Madrid).

En estos supuestos, si se produce la muerte del animal y puesto que no cabría su suspensión, se procedería al ingreso en prisión de su autor, al ser la pena prevista, desde dos años y un día a tres años.


O que la participación en una acción colectiva de caza sin autorización de la Administración (espectáculo no autorizado legalmente), como por ejemplo una batida, podría ser una acción típica del delito, previsto en el artículo 337.4 CP, para el caso de que se interpretase que su desarrollo en sí o un lance en particular entrañan un trato cruel.

La pena que se propone para estos supuestos es de tres meses a un año de prisión. Y, además, el juez podría imponer a su autor la pena de inhabilitación especial de uno a tres años para el ejercicio de la profesión, oficio o comercio que tenga relación con los animales o con la tenencia de los mismos.

Asimismo, podría interpretarse el cobro infructuoso de una pieza de caza como constitutivo de un delito de abandono de animales, castigado con la pena de tres meses a un año de prisión.

No obstante, lo dispuesto en este precepto contraviene frontalmente lo señalado en el Código Civil respecto a la consideración de los animales salvajes como res nullius (artículo 610 CC). Y es que, evidentemente, no puede abandonarse algo que no es de nadie.

La reforma del Código Penal de 2015 amplió considerablemente los supuestos de hechos y las penas correspondientes a los ilícitos de mayor gravedad sobre animales domésticos.

No obstante, cada comunidad autónoma, cuenta con su Ley de protección y bienestar animal y en su caso, con el Reglamento que la desarrolla.

El informe de Artemisan concluye que la modificación de los ilícitos penales contenida en la proposición de ley analizada contiene una redacción ambigua, con utilización de 16 conceptos jurídicamente indeterminados, lo que podría generar diversas controversias interpretativas en relación con la práctica de la actividad cinegética.

En mi opinión, todas estas nuevas leyes y proposiciones de cambio del Código Penal no benefician en nada a la caza; muy al contrario, es una maniobra más de estos grupos ecologistas y animalistas en su proyecto de lograr que se prohíba la caza en España.

Acciones en defensa de nuestra actividad, como la realizada por Artemisan y otras asociaciones, es el camino seguro que debemos seguir para, mediante la información y formación, lograr que se modifique la mala imagen de la caza que se está transmitiendo en España, aportando informes científicos y legales que rebatan una a una las informaciones tendenciosas o directamente falsas sobre lo que de verdad es la caza y los cazadores.

Recordar a la sociedad que cazar no es matar, que la caza ayuda a la conservación medioambiental, limitando la expansión indiscriminada de determinadas especies que rompen el equilibrio que debe existir entre depredadores y presas, evitando la propagación de enfermedades que afectan al ser humano o, por ejemplo, el número de accidentes de tráfico producidos por animales salvajes, entre otras muchas cosas.

Esperemos que triunfe la cordura y no se lleguen a aprobar estas leyes y proposiciones creadas por urbanitas desconocedores del mundo rural y cuyo único fin es prohibir todo lo que no comulgue con sus ideas de un falso ecologismo, con las que intentan equiparar en todos los aspectos a humanos y animales.

Habrá que esperar y ver qué es lo que sucede.

Félix Sánchez Montes

jueves, 11 de abril de 2019

Si los anticaza leyeran este artículo, no amenazarían de muerte al rehalero del agarre. Mi artículo en Cazavisión, octubre 2018


ROSADO, EL PROTAGONISTA DEL POLÉMICO VÍDEO, HA SIDO INSULTADO, CRITICADO, CRIMINALIZADO...


El controvertido vídeo del agarre a un venado, que terminó con 12 perros y el ciervo despeñados, ha sacudido el sector cinegético y nos ha puesto de nuevo en el disparadero de animalistas radicales, políticos anticaza y medios de comunicación afines.
Un vídeo que no debió ser grabado, o que una vez grabado jamás debió ser difundido; un vídeo de un agarre a un venado al borde de un risco, donde se contempla cómo se despeñan una docena de canes y el propio ciervo; ha hecho que la caza y los cazadores volvamos a estar en el ojo del huracán mediático, además de provocar la criminalización y hasta la amenaza de muerte al rehalero por parte de bastantes anticaza.

Sin embargo, aunque tenemos pocas esperanzas de ello, si estos desinformados, demagogos y radicales leyesen este artículo extractado de nuestro colaborador y amigo Félix Sánchez Montes, tal vez no se tomasen tan a la ligera sus acusaciones y muestras de desprecio hacia una persona no culpable de nada y que intentó por todos los medios que el fortuito lance se resolviera con las menores consecuencias para los perros de su rehala, uno de los cuales finalmente murió.

Una actividad incomprendida.

El trabajo en una rehala no acaba con los cinco meses de la temporada, ni mucho menos; sigue durante todo el año y es algo que debemos tener en cuenta para comprender esta actividad.


Aquí me refiero a lo que yo denomino “rehalas no comerciales”, creadas y mantenidas por aficionados a los perros y cuya actividad es deficitaria si nos atenemos a criterios estrictamente económicos.
Problemas administrativos, falta de recursos, disminución del número de contratos de monterías, menores ingresos, mayores gastos… Un sinfín de factores que solamente unas pocas rehalas son capaces de asumir.

Trabajo diario.

Ser dueño de una rehala es costoso, ya que el mantenimiento de un perro lo es durante todo el año, no solamente los cinco meses de la temporada montera. Hoy en día es mucho más caro mantener una rehala que hace veinte años, y los importes pagados a las mismas no han aumentado desde entonces. Los rehaleros o perreros, como les llamamos en algunas zonas de Andalucía, no tienen ésta como su actividad principal.



Del ayer al hoy.


En otros tiempos, el dueño de una finca de caza mayor solía tener una rehala a la que mantenía en sus tierras, siendo uno de sus empleados el encargado de la misma. Esta rehala participaba en las monterías cobrando lo que se denominaba “puesto y propina”, que consistía en una pequeña cantidad de dinero para los perreros, comida, pólvora y pistones para los trabucos, más pan para los perros. Esto lo realizaba el dueño de la finca a montear antes de su comienzo. También se daba un puesto al propietario de la rehala.


Otra de las tradiciones que se ha ido perdiendo es la de sortear primero los puestos de las rehalas, como deferencia por su importancia en una montería. Hoy en día ciertos organizadores montan las conocidas como “armadas de rehalas” en cierres donde son remotas las posibilidades de poder abatir alguna res.



Un abnegado cuidado de los perros.


Tanto en el pasado como en el presente, el cuidado de los perros de una rehala es diario, no existiendo vacaciones ni festivos para su correcto mantenimiento. El número de horas que los rehaleros dedican a cuidado no son cuantificables ni están pagadas. Solamente la afición y el buen hacer desinteresado de estos cazadores amantes de sus perros justifican sus desvelos.

Limpieza de perreras, barrido, baldeado, alimentación, paseos de campeo cuando se puede, ayuda en los partos, visitas al veterinario, inspecciones de Sanidad o de Trabajo, altas de actividades, contabilidad, pagos, cobros y un largo etcétera hacen que esta actividad se lleve el poco tiempo libre de estos rehaleros.


Tiempo que sacan por las tardes, después de su trabajo diario, o en fines de semana. Muchas veces la ayuda viene dada por familiares o amigos, en su mayoría ya jubilados, que dedican muchas horas, desinteresadamente, al cuidado de los perros.

Cuestión de afición y de amor por los canes.

Únicamente la afición y amor por los perros es la causa de que aún sigan saliendo al campo estas recovas económicamente deficitarias que, no lo olvidemos, son el alma de la montería.

De nosotros depende poner en valor de nuevo las rehalas, apreciando su trabajo, manifestando nuestro máximo apoyo tanto en el monte como fuera de él y evitando que vuelvan a producirse . Hay que dejar de lamentarse y de resignarse para pasar a la acción y defenderlas.

(Texto: Félix Sánchez Montes
  Fotos: Autor y  Rorry Barbudo).

miércoles, 10 de abril de 2019

3 demoledores testimonios ante los que animalistas y anticaza deberían ‘morirse’ de vergüenza. Mi artículo en Cazavisión, noviembre 2018

DE LA MUJER DE UN REHALERO, ALFONSO AGUADO Y ALFONSO USSÍA.

Han sido muchos, muchísimos, los testimonios de cazadores, en forma de escritos y vídeos, con motivo de la enorme controversia generada por el vídeo del agarre del venado y el posterior despeñamiento de algunos perros y el ciervo.


Como decimos, fueron muchas las muestras de apoyo a la caza, los cazadores y, en particular, al rehalero José Luis Rosado en estos últimos días, y de entre ellas, hemos seleccionado estos tres contundentes testimonios, a cargo de la mujer de un rehalero, Silvia Becerra, y publicada en el Facebook de la AER, del presidente de la Asociación Española de Rehalas, Alfonso Aguado, y del escritor y periodista Alfonso Ussía.
Se trata de escritos sinceros, con conocimiento de causa, que llaman a las cosas por su nombre y que, ilustrados con las magníficas fotografías de nuestro amigo y colaborador Félix Sánchez Montes, deberían leerse Luis Miguel Domínguez, Dani Rovira, Juan López de Uralde, Silvia Barquero y tantos y tantos radicales animalistas y anticaza que han vuelto a sembrar el odio en redes sociales y que deberían ‘morirse’ de vergüenza ante tanta verdad.



Silvia Becerra: “Carta de la mujer de un perrero a los animalistas”



“Creo que ya era hora que las voces de las mujeres, o parejas de l@s perrer@s, se nos hiciera llegar a este colectivo. Siempre he escuchado de los mayores que para poder hablar de algo o de alguien hay que “ponerse en su pellejo”, a este dicho se denomina empatizar; pues eso.




La mayoría de nosotras no tenemos nada que ver con esta afición, o por lo menos, empezamos junto a nuestr@s compañer@s sin entender ni comprender su pasión, dedicación y sacrificio, como es el mundo de la caza, de la montería. Pero con el paso de los años, sí podemos decir claro y bien alto que NO SON UNOS ASESINOS. ¿Y sabéis por qué? A continuación os detallo algunos datos de la vida de un/a perrer@ cualquiera.
La afición del/a perrer@ no es de cinco meses que dura la temporada, no. La afición del/a perrer@ es durante los 365 días del año, porque a los perros se les alimenta, hay que mantenerlos, campearlos y hay que conseguir buena descendencia con los cruces.
Es obligatorio y necesario adecentar los núcleos zoológicos, acondicionar los remolques o los vehículos para el transporte, para que cuando llegue la temporada, esté todo preparado para ofrecer un alto rendimiento. Da igual que sea sábado, domingo, día festivo; a la perrera tienen que ir todos los días. Y todo ese tiempo dedicado a los perros, lo comparten unas veces en familia, y la gran mayoría no.


Un/a rehaler@, depende de donde tenga la montería, así tendrá que despedirse de su familia, normalmente la noche antes. Se levanta antes del alba, porque antes de llegar a la junta tiene que ir en busca de sus perros a la perrera y comprobar que todo esté a punto. Haga frío o calor, nieve, llueva o ventee, esté la mancha en la otra punta de España o en Portugal, a trescientos o a quinientos kilómetros a sus espaldas, no le hacen retroceder en su deber. ¿Sabéis a veces la angustia que sentimos hasta que no l@svemos aparecer por la puerta? 

Cuando los perros son heridos, hasta que l@s rehaler@s no apuran sus últimas fuerzas en curar y salvar al animal, no vuelven con sus hijos, a sus hogares. Y por ello y por diferentes avatares ocurridos durante las jornadas, una nunca conoce la hora de finalizar. Como suelen decir: “un@ sabe la hora de salida, pero no la de llegada”. Por todo esto, se pierden muchos momentos importantes e irrepetibles de la vida de los suyos. 

Y otro dato importante que quisiera transmitiros es ese sentimiento de fraternidad entre compañer@s, es admirable. Son valores que hoy en día se están perdiendo. Se ayudan y colaboran unidos, conocen el dolor por la pérdida de un perro de la rehala, tanto si se lo hieren o se lo roban.Comparten conocimientos, y aprenden muchísimo entre unos y otros. He visto a muchos rehaleros hacer de auténticos veterinarios.




Yo no sé lo que siente mi marido al matar un cochino, un venado o un muflón, porque como he dicho antes, esa afición no la comparto a su nivel, pero de lo que estoy segura es que NO es lo que ustedes pretendéis vender al resto del mundo. Yo veo que él disfruta y mucho, dentro de unas normas establecidas y unas leyes que lo amparan. Y si vuestro temor es el fin de las especies cazadas tenéis que pensar más racionalmente y saber que los primeros interesados en la continuidad del mundo de la caza son los propios cazadores. Por eso cada montería tiene un cupo diferente a otra, según la finca, sus hectáreas, número de hembras… Por eso, no entiendo que l@sofendáis con tanta saña y gratuitamente, puesto que hay que tener conocimiento de lo que se habla y saber si lo que se hace, se encuentra dentro de un marco legal o no. 
Y si le dicen a mi marido “mercenario”, como he leído en algún que otro artículo, “que lo hacen por el placer de matar a cambio de dinero”, me molesta. Que me lo expliquen porque yo no saco las cuentas (licencias, seguro, microchips, vacunas, comida durante todo el año, gasoil, averías de coche, y sin contar las horas de trabajo). Y que no se trata de matar por matar, hay más trasfondo de por medio. O como también habéis comentado en redes sociales que si son unos insensibles o que si el sufrimiento animal. Y yo ahora les digo que si quieren verse como los vecinos de Madrid, Asturias o Barcelona, donde los jabalíes llegan ya a las viviendas, destrozando y provocando accidentes graves a los vecinos. ¿Alguna vez se han parado a tener una conversación con un/a rehaler@ y darle la oportunidad de expresarse? 
Respeto y mucho los pensamientos de todo el mundo, pero lo que no voy a consentir son ya tantos insultos, agravios y faltas contra su honor. Pensad que l@s rehaler@s también tienen familia e hijos a los que todo esto le salpica y que a la vez desencadenáis mucho daño colateral. Si no os gusta la CAZA, no cacéis, pero RESPETAD a l@s que les gusta. Cada cual tiene su propio criterio y todo es lícito. Pero nadie tiene el derecho de imponer a la fuerza una forma de pensar o de vivir, y que tu libertad termina donde empieza la mía. Y si alguien acaba con los derechos de los demás, ya no seremos libres”.

Alfonso Aguado, presidente de la AER y rehalero: “Gracias caza” 

“Todos los aficionados a la caza sabemos el momento que nos ha tocado vivir. Se van destapando los enemigos de la caza que tienen forma de partidos políticos, lobbies, asociaciones, etc., perfectamente organizados entre sí con nombre y apellidos: Pacma, Equo, Asociación Parlamentaria para la Defensa de los Animales, Intercids o Avatma por citar a los principales.





Pero como con la caza, como tal, no pueden de frente, aprovechan cualquier ocasión para sus fines. El problema es que muchas veces nosotros mismos le damos munición al enemigo en forma de fotos y vídeos que saben manipular para dárselos a la Gran Sociedad a través de sus medios, transmitiendo una imagen negativa de una actividad necesaria que quieren eliminar sin explicar con qué la van a sustituir.

Otras veces utilizan, lo que deben ser considerados como simples accidentes de caza, inherentes a cualquier actividad deportiva al aire libre y no hago comparaciones. Este es un debate que tenemos que realizar, pero no es éste el motivo de estas líneas. 
La gran diferencia que se está produciendo en el mensaje que recibe la Gran Sociedad, cuando ocurre un hecho de estas características, es que no solo lo emite nuestro enemigo. La Caza se ha movilizado en muchos aspectos y uno de ellos son los mass media: televisión, radio, prensa y sobre todo redes sociales.


En este avance están siendo decisivas la aportación de entidades representativas del mundo de la Caza como son la Oficina Nacional de la Caza, la Real Federación Española de Caza o la Fundación Artemisan, por citar las más señaladas. Pero lo importante es la actitud: ya no esperamos a que pase la tormenta, ahora se combate desde el primer metro el material informativo, se piden explicaciones y se exigen responsabilidades desde el mundo de la Caza. 
En mi opinión, este efecto está pasando de los representantes de las entidades al colectivo de cazadores y soy optimista porque creo que es un efecto creciente. Hoy por hoy la mayor garantía de que sigamos cazando en España es ésta. 
Quiero destacar, por último, mi agradecimiento a la respuesta sin fisuras de los representantes del colectivo de la Caza a las reacciones tras el desgraciado accidente de Las Herreruelas. Hemos leído sus líneas de apoyo y les hemos visto dar la cara en televisión por todos los rehaleros.




Quiero deciros que sabemos que estamos en primera línea en este combate y que, gracias a vuestro apoyo y el de todo el colectivo de cazadores, hemos recibido ánimos suficientes para meter los perros detrás de los ciervos en La Castellana si hace falta. Sabemos el camino y volveremos a pisarla caracola en mano.
Con un grupo de representantes de la Caza comprometidos al más alto nivel con su responsabilidad, como ha ocurrido en este caso, el futuro de la Caza en España está garantizado porque depende de nosotros mismos y somos capaces de conseguirlo”.

Alfonso Ussía, escritor, periodista y Premio Jaime de Foxá

“Las imágenes son estremecedoras. Los informativos de las cadenas de televisión y las redes sociales las han emitido con especial incordio. Y se comprende. Una escena terrible y desagradable. Un venado se hace fuerte en el borde de un barranco en una montería extremeña, y los perros de una rehala hacen por él. 
El venado se resiste, y dos perros se despeñan por el precipicio. La situación es grabada por un montero cuyo puesto está situado en el lado opuesto del barranco. Los perros, que están enseñados y entrenados, cumplen con su deber e insisten, y el venado cumple con el suyo defendiéndose con sus fuertes y afiladas cuernas.


En un momento dado aparece un perrero, que también se juega la vida, y al intentar rematar a cuchillo al ciervo desencadena la catástrofe. Se despeñan hacia el lecho del barranco una docena de perros y el propio venado. La conclusión de los responsables de informativos y de una señora de Pacma que no tiene ni idea de lo que es la caza y lo que significa, no es otra que la más elemental e injusta. La montería es una tradición brutal y los monteros unos asesinos. 

La escena que a todos, cazadores, no cazadores, partidarios de la caza y detractores nos ha estremecido y horrorizado, no es una escena de montería. Decía la señora de Pacma que una situación como la filmada es habitual en la caza. Nada más lejano a la realidad. Es un accidente. El resultado de un cúmulo de casualidades negativas que se reúnen en un punto concreto y de casi imposible repetición. 
Ante un pavoroso accidente de carretera, nadie está autorizado a opinar que todos los conductores de camiones son unos criminales. En la escena, no interviene ningún montero. Lo que sucedió es posible que se repita dentro de setenta años. No es una escena montera ni de caza. Es un accidente producido por la reunión malvada y caprichosa de un cúmulo de inoportunidades.




El gran venado que escapa de los perros y se topa con un precipicio. Ahí se hace fuerte. Los perros que no desertan ante el peligro. La buena intención del perrero -que insisto, se juega la vida ante el venado acorralado y el vacío-, y provoca una reacción de los perros más al límite de lo normal. Y la catástrofe. He asistido, con arma y sin ella, a centenares de monterías, y jamás se ha desarrollado una escena de esa índole.
Lo que ha escandalizado –y con razón– a millones de personas no forma parte de la normalidad ni de la excepcionalidad de una montería. Es una catástrofe, un accidente, un desastre que se produce una vez cada cien años. Los cazadores, los monteros, no son criminales. Gracias a ellos y a los propietarios de los cotos de caza y el buen hacer de las guarderías, España es uno de los paraísos cinegéticos del mundo. Y de la caza viven en nuestro país centenares de miles de familias, especialmente de Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, Castilla-León, Madrid, Asturias, La Montaña de Cantabria, La Rioja, Navarra y Valencia. La cultura de la caza, el respeto y la limpieza en su ejercicio se cumplen a rajatabla en el 99% de los casos, y una espeluznante escena aislada no puede determinar una desfiguración tan parcial e injusta de lo que es la caza y lo que son los cazadores. 
Como en el caso de los toros, sólo gracias al tesón, la afición, los bolsillos y los sacrificios de los ganaderos de bravo, se mantienen en nuestras dehesas tan maravillosos animales. Lo mismo en la caza. Decenas de miles de puestos de trabajo fijos, la industria complementaria que la caza conlleva, y el sentido del honor y la deportividad de una abrumadora mayoría de cazadores justifica su vivencia y permanencia. Por una situación aislada y terriblemente desagradable, no se puede condenar a la montería española, atractivo primordial de cazadores de todo el mundo. El desgraciado suceso del barranco no es propio de la montería. Es propio de un accidente”.

martes, 9 de abril de 2019

Las fotos que nunca te enseñaron de una rehala monteando. Mi artículo en Cazavisión, febrero 2019.

La montería por dentro, desde el prisma de una rehala, es lo que nos muestra Félix Sánchez en esta increíble galería.


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Una vez llegados al cazadero, los perros de rehala, aún en su vehículo de transporte, evidencian su excitación por estar próxima la suelta y el comienzo de una montería a jabalíes y venados.


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Llega el momento y las puertas se abren. La rehala abandona el camión, furgoneta, remolque, etc. Es hora de desentumecerse y aliviarse antes de reunirse con el perrero o rehalero, quien junto a sus perros formará parte de la mano con otras rehalas.


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Dentro de la mancha, con algunos perros a su lado y el resto de la rehala batiendo monte en busca de las reses, el conductor, ayudado por la emisora, habrá de estar muy pendiente para no perder la mano.


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En su mayoría podencos, los perros de esta rehala protagonizan un sinfín de persecuciones, de idas y vueltas para desalojar a los cochinos y venados y empujarlos a los puestos ocupados por los monteros.


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Un navajero ha plantado cara a los canes y éstos, a pesar del peligro que representan sus defensas, han protagonizado un espectacular agarre que ha terminado con el jabalí rematado a cuchillo.


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Y cuando los perros empiezan a dar muestras de fatiga, ahí está el perrero o rehalero para seguir animándolos y alentarles a mover más caza a fin de que la montería sea un éxito.


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En esta montería vivida por dentro, que deja patente que sin rehalas esta modalidad venatoria no sería tal, tenemos la oportunidad de ver las carreras y huidas de las reses, como este guarro cruzando la pista forestal.



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Después de horas de dura brega en el corazón de la mancha, y tras el sonar de caracolas llamando a recogida porque la montería ha finalizado, es tiempo de ir reuniendo a los canes y dirigirse a los vehículos.


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No todos los perros de rehala acaban la montería como empezaron, y ejemplo de ello es este ejemplar, que ha resultado herido en el encuentro con un cochino y al que se hace una primera cura en el mismo monte.

lunes, 8 de abril de 2019

Últimos lances monteros de la temporada 18/19 ¿demasiadas ciervas?. Mi artículo en Trofeo Caza. Febrero 2019



Últimos lances monteros de la temporada 18/19 ¿demasiadas ciervas?

Apenas si queda un mes para que se cierre una de las mejores temporadas monteras de los últimos años y como siempre, nos coge cuando estamos más “finos” disparando gracias al entrenamiento de estos meses pasados.

Todas las temporadas pasa igual, se acaba cuando más ganas tenemos de montear y nuestros resultados son mejores. Pero se cierra la veda y toca esperar más de seis meses para que podamos salir a montear de nuevo.

El frío al fin se presentó en enero, logrando que se pudiese montear mejor y las precipitaciones se hicieron menos abundantes, que en este otoño pasado. Algunas monterías se aplazaron para este mes de febrero, esperando que con la bajada de las temperaturas las monterías, en especial las de jabalís, los resultados obtenidos fueran mucho mejores que en las fechas elegidas anteriormente.

El arruí se unió en Murcia a las especies cinegéticas presentes, tras un periodo de prohibición sin lógica aparente, pues se siguió abatiendo ejemplares por parte de la guardería de las reservas, haciendo perder unos ingresos importantes a la Región de Murcia. Por suerte se rectificó, más bien tarde, aprobándose de nuevo su caza a final de 2018.

Muflones y gamos, han seguido dando muy buenos ejemplares en las monterías, siendo esta temporada sobresaliente; los jabalíes siguen dando buenos resultados debido a su abundancia, aunque la excesiva presión en algunos lugares producida por los aguardos dé como resultado, cobrar menos machos en batidas y monterías.

Los venados allí donde se les ha cuidado han dado excelentes resultados, aunque tengo que reseñar que el número alto de ciervas cobradas en monterías de fincas abiertas, va a lograr que el número de machos disminuya en temporadas futuras, el elevado precio de la carne, ha sido una de las causas fundamentales para que se produzca este hecho y aunque a veces, es necesaria una correcta gestión del número de ciervas en una finca, no siempre es así.

La demanda de puestos de monterías ha sido muy alta esta temporada y más aún en este último mes que nos queda, donde apuramos los “últimos cartuchos” y como se dice en el argot taurino “todo el papel está vendido”

Y como siempre no quiero dejar de señalar, que no se nos olvide la precaución para evitar los accidentes de caza, muchas veces evitables, si ponemos un poco de nuestra parte.

Por desgracia otra temporada más, se están produciendo demasiados accidentes de caza que se dieron generalmente en pequeñas batidas a jabalíes y en casi todos los casos, la inexperiencia de los practicantes, el moverse de los puestos, no respetar el disparar a los visos o doblar puestos, han sido las causas.

¿Qué ha cambiado en la caza para que esto suceda?, en mi opinión es la falta de formación por parte de los practicantes y en especial, de quienes acostumbrados al uso de escopetas, usan un rifle pensando con la mentalidad del alcance de una escopeta y claro, suceden los accidentes.

No quiero entrar aquí en consideraciones éticas ni de tradición, pero no vendría mal que nos equiparásemos a nuestros vecinos centroeuropeos en lo concerniente a los exámenes de cazadores, que ya se realizan en varias Comunidades Autónomas, cuestiones de seguridad y de la ética que debe imperar en toda acción venatoria, no estaría de más en muchos casos.

En nuestra mano está el disminuir esta cifra de accidentes, dando ejemplo de prudencia y buen hacer en el campo.

¡Mucha suerte y buena caza!

Félix Sánchez Montes