viernes, 11 de octubre de 2019

Valle de Alcudia, de Fuencaliente a Almadén, Sierra Morena manchega. Mi 8º artículo publicado en ABC de la Caza. 7 de octubre 2019




RUTA CINEGÉTICA
Valle de Alcudia: de Fuencaliente a Almadén, la Sierra Morena manchega
Se trata de una zona con grandes y muy conocidas fincas monteras, que han tenido un importante auge en los últimos años.
Félix Sánchez Montes
Actualizado: 07/10/2019



Esta es una zona con grandes y muy conocidas fincas monteras –entre las que podríamos citar La Garganta, una de las más extensas de España con sus 12.000 hectáreas–, que han tenido un importante auge en los últimos años.


Hemos incluido, aproximadamente, 1.300 kilómetros cuadrados de la totalidad del Valle de Alcudia y Sierra Madrona, que constituyen un territorio de montaña media, localizado en la franja meridional de la provincia de Ciudad Real, desde las estribaciones de Sierra Morena al comienzo de la meseta castellana, cuyas cumbres se sitúan generalmente entre 1.000 y 1.300 metros y cuyos valles oscilan entre 500 y 700 m. El clima es mediterráneo de interior con veranos secos y cálidos y con una acusada amplitud térmica media anual. La precipitación media anual oscila entre 400 y 700 mm con un clima entre seco y subhúmedo. En este bosque mediterráneo podemos encontrar especies como la encina, alcornoque, quejigo y roble rebollo.


Muy despoblado (8-9 habitantes/km2), no existen en su interior núcleos de población importantes. Este hecho junto a otros, tanto naturales como históricos y vinculados a la propiedad de la tierra, han configurado un territorio donde la cubierta vegetal se ha conservado relativamente bien, dando lugar a dilatadas y espesas manchas ideales para venados y jabalíes.


Es una zona de expansión del lobo y el lince, donde antes abundaban.

Una de las principales actividades económicas es la cinegética, siendo su aprovechamiento principal la caza mayor, enfocada mayoritariamente hacia el ciervo y el jabalí, aunque se caza también perdiz roja, conejos, zorzales, torcaces con cimbel y tórtolas al paso. No hace demasiado tiempo abundaban las avutardas.

Importante en la zona es la presencia de mastines, que llegaron al valle procedentes del norte de España con la trashumancia y fueron después utilizados en las rehalas manchegas hasta su declive a mediados de los años cincuenta. Afortunadamente, en la actualidad se está recuperando esta raza de tanta tradición montera.

Como curiosidad, reseñar que en el Valle de Alcudia se siguieron celebrando monterías durante la guerra civil, ya que era zona de retaguardia y era una buena manera de conseguir carne en una época de escasez.


martes, 1 de octubre de 2019

20 escenas de montería que os harán soñar con jabalíes, venados, rehalas... 30 de mis fotografías en el artículo publicado en Cazavisión

20 escenas de montería que os harán soñar con jabalíes, venados, rehalas...

Cazavisión

Nuestro colaborador, experimentado cazador y gran fotógrafo Félix Sánchez os va a deleitar aquí con 30 fantásticas imágenes de montería.


Sin rehalas no hay monterías. Es la anterior, sin duda, una de las mayores verdades de esta tradicional modalidad venatoria, aunque luego, en el monte, no todos los perros, perreros y rehalas en general sean ni cacen igual.


Ilusión, nervios, saludos, conversaciones... La montería es una sucesión de momentos, y uno muy especial, al comienzo de todo, es la junta, con sus correspondientes desayuno y sorteo, donde además se entremezclan olores, sabores y colores.


Primero los cierres, después las traviesas, llegó la hora de cerrar la mancha a batir, por eso los monteros, agrupados en armadas, se dirigen a los puestos, en este caso por una pista que atraviesa un eucaliptal. 
Ocupadas las posturas, muchas veces disfrutaremos de lances antes incluso de que se produzca la suelta, pero si no es así, permaneceremos atentos y esperaremos pacientemente que el trabajo de las rehalas meta reses a los diferentes puestos.


Aunque algunos parecen olvidarlo, las rehalas son nuestras mejores aliadas, las responsables, una vez producida la suelta, de mover la caza y hacer que ésta pase por los puestos.


Con los perros en la mancha, y si éstos presionan lo necesario, los jabalíes empezarán a moverse, algo que exige un máximo de concentración por nuestra parte, sobre todo si se trata de cochinos como el de la imagen, de los que se las saben todas.


Aunque en las monterías cuentan con la dura competencia de los semiautomáticos y de los express, los rifles de cerrojo, amos y señores en recechos y esperas, también son muy utilizados por los monteros para abatir jabalíes y venados desde los puestos.


Cada puesto de una montería tiene su propia historia. Los hay con muy buena fama por los resultados cosechados en los mismos a lo largo de las temporadas, y de igual forma a algunos les precede una mala reputación en cuanto a jabalíes y venados cobrados.


Con el permiso de gamos y muflones, son los venados y jabalíes los reyes indiscutibles de la montería española. Pocas escenas tan espectaculares para un cazador como la de un buen ciervo rompiendo monte para eludir el acoso de los perros de la rehala.


Además de actores, los monteros son, desde sus posturas, espectadores de lujo de todo cuanto acontece en las manchas. En esta ocasión, entre el mar de jaras, perreros y canes siguen la mano mientras tratan de levantar reses a su paso.


Gorra y botas monteras, rifle semiautomático entre los brazos y cuchillo al cinto, este cazador, subido a unas piedras que conforman la postura, aguarda tranquilo la entrada de algún guarro o ciervo.


Aunque no exento de polémica, el agarre es una suerte muy habitual en nuestras monterías, sobre animales heridos a los que les quedan fuerzas, ejemplares seguros de sí mismos que acaban agarrados por los perros o simplemente reses cogidas a la carrera.


Pocos cazadores no firmarían cazar un jabalí con estos colmillos y amoladeras antes de cualquier montería, incluso por delante de trofeos mucho más llamativos como el del venado, gamo o muflón.


Unas veces nos tocarán puestos abiertos, con tiraderos más amplios, y otras la suerte nos deparará posturas más cerradas, incluso dentro del monte, lugares estos últimos donde habremos de mostrarnos muy despiertos para resolver con acierto los lances.


Para bastantes aficionados, el ciervo o venado es la pieza por excelencia de la montería, un digno adversario que venderá cara su vida y que a buen seguro brindará un lance a la altura de las circunstancias. En la foto, un catorce puntas tras ser abatido.


En rehaleros y monteros, en amarillo o naranja, las prendas de alta visibilidad se acabarán imponiendo en todos y cada uno de los rincones de nuestra geografía montera como medida de seguridad frente a los accidentes de caza.


En calidad de rehaleras, monteras, etc., la presencia activa de mujeres en las monterías cada vez es mayor y a buen seguro seguirá creciendo en los próximos años.


No tienen la relevancia montera de jabalíes y venados, entre otras cosas, por su menor presencia en nuestros cazaderos, pero muflones y gamos son capaces de hacernos vivir lances indescriptibles y resultan complementos perfectos en los tapetes de reses.


Otro de los grandes atractivos de la montería es la estrecha amistad que se genera entre cazadores, la cual trascenderá el ámbito puramente venatorio y llevará a muchos monteros a cazar juntos a lo largo de sus vidas.


A la vista de esta preciosa fotografía, ¿alguien duda que montería y rehala deben ser declaradas Bien de Interés Cultural (BIC) en Andalucía, Extremadura y resto de autonomías donde se practica esta caza tradicional?