Los valores y tradiciones son fundamentales para que una actividad perdure en el tiempo, y la montería tradicional no es una excepción que confirme esta regla. En mi opinión, haber vivido el ambiente cazador desde la infancia es muy importante, aunque reconozco que se pueden incorporar personas al mundo montero sin tradición cazadora en su familia.
No suele ser lo habitual, aunque sí lo fue en el periodo comprendido entre principios de los años ochenta y el comienzo de la crisis a finales de la primera década de este siglo, donde proliferó la moda de montear -aunque no se tuviese ni idea de cómo se hacía- para poder cambiar el dinero negro en muchos casos o bien por el afán de destacar en determinados ámbitos, en otros.
Las fotografías de personas con los vasos de licor en las manos mientras se sentaban en los lomos de grandes reses abatidas -que no cazadas- en cercones, han pasado a formar parte del peor ejemplo de historia montera. Son estas mismas fotografías las que tanto daño han hecho y siguen haciendo a la montería tradicional, al presentarnos ante la sociedad como una actividad elitista y realizada en fincas cercadas, cosa que no es cierta en la gran mayoría de los casos.
Recuerdo cómo desde mi niñez, veía en casa de mis padres el ambiente que rodeaba la caza. Para mí era habitual esperar con impaciencia el fin de semana una vez se abría la temporada, con esa noche anterior a la salida al campo sin apenas dormir, con esa impaciencia porque llegase la mañana.
Y eso me sigue ocurriendo hoy en día, tras más de 50 años de práctica de esta actividad. ¿Y por qué me sigue ocurriendo? Para mí la respuesta es fácil: lo he mamado, tuve muy buenos maestros en el arte de la caza, empezando por mi padre, siguiendo por mi tío Lalo y muchos más. Sentí la pena de no haber conocido a mi abuelo Félix, gran montero, pero al menos me contaron todas sus aventuras de caza, incluidas las de mi bisabuelo.
En mi caso, tuve la suerte de ser hijo, nieto, bisnieto… de cazadores, y de ellos aprendí una cosa fundamental para mí, la tradición y el respeto por las normas que debe seguir una caza sostenible. Para mí la caza no es negocio, ni deporte, ya que no compito contra otros en el ejercicio de la misma. Si acaso, me considero cazador deportivo y respeto dentro de mis posibilidades el medio ambiente.
Pero eso sí, soy un firme defensor de las tradiciones en la caza y, en especial, en la montería tradicional española. Sin tradiciones ni respeto a unas reglas básicas de conducta (estén o no escritas), estamos abocados a desaparecer como cazadores, eso no lo dudo.
¿Cómo entender la caza si uno no estuvo de morralero muchos años?, ¿si no usó un arma hasta saber cómo se debía manejar con seguridad?, ¿si no aprendió de sus mayores las costumbres y los usos de la actividad venatoria? Se pueden aprender todas estas cosas por uno mismo, pero no es igual. Todo esto es lo que tenemos que transmitir a nuestra juventud.
Cada vez somos menos los que podemos transmitir estos conocimientos sobre los usos y costumbres de una actividad casi milenaria, la montería.
Una solución creo que pasaría por volver a recuperar el prestigio que teníamos antaño los cazadores. Éramos los ‘buenos’ en los cuentos infantiles, pero eso con Disney cambió y ahora somos los ‘malos’ de la película. Esto no ocurre en otros países de nuestro entorno, bastando con ver lo que sucede en Alemania, Francia o Austria, por ejemplo, donde el prestigio del cazador apenas si disminuyó gracias a que han sabido conservar sus tradiciones venatorias.
Pero en España es distinto, pues arrastramos el estigma de la muerte, la idea errónea de que solamente salimos al campo a matar y derramar sangre. Y eso no es así.
Los tiempos han cambiado y nosotros, los cazadores, debemos cambiar con ellos, haciendo ver a la sociedad nuestras tradiciones y costumbres, pero desde una óptica de respeto al medio ambiente.
Desde estas líneas abogo por la defensa de las tradiciones en la caza, sobre todo en la montería, para dar a conocer lo que de verdad es aquello tan sabido de “cazar no es matar”. Es algo más y aún estamos a tiempo de solucionarlo. Esperemos que las propuestas de declaración BIC de la montería y la rehala en Andalucía y Extremadura tengan pronto resultados positivos, ya que sería la solución a su continuidad.
Está en nuestras manos conseguirlo, necesitamos unión para lograrlo. Tenemos la tarea de preservar la caza y sus tradiciones para las generaciones futuras. La caza no es solamente negocio, como parece que nos quieren hacer ver, ni deporte, ni solamente tradiciones, sino todo un compendio de ello y algo más, es pasión, afición por una actividad que nos acerca más a la naturaleza con el objetivo de conseguir la captura de la pieza, pero sin olvidar que su muerte es una consecuencia de la caza y no su fin.
(Texto y fotos: Félix Sánchez Montes)
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