Javier Castroviejo, durante las declaraciones.
El último gran biólogo y naturalista ibérico, quien que fuese director de Doñana desde 1975 hasta 1988 y profesor del CISC, critica duramente el proyecto de la ley animalista del Gobierno en este vídeo difundido por Fundación Artemisan.
Javier Castroviejo, el último gran biólogo y naturalista ibérico, director de Doñana desde 1975 hasta 1988 y profesor del CISC, además de consultor honorario de la UE y de la FAO, ha sido uno de los nombres con autoridad que han criticado el proyecto de la ley animalista del Gobierno. Castroviejo, que también fue colaborador de Félix Rodríguez de la Fuente en El Hombre y la Tierra y la enciclopedia Fauna Ibérica, tiene unas duras palabras para este texto y las consecuencias que podría tener en un vídeo que ha compartido la Fundación Artemisan.
«Esta ley es un atentado clarísimo y me temo que eficaz contra lo que queda del mundo rural»
Castroviejo da, en primer lugar, una visión general de la Ley animalista y de la modificación del código penal: «Esta ley es un atentado clarísimo y me temo que eficaz contra lo que queda del mundo rural, y esta ley lo barre con unos criterios entre siniestros y oscuros que no se sabe si es la sensiblería, si es intentar acabar con tradiciones milenarias como la caza, si es una moda que hay del extranjero mal traída… esto no debe ser viable y es un enorme desprestigio para nuestro país y para nuestro Parlamento si aprueba tal cosa», defiende.
«Aquí parece que con esta ley, que se supone fruto de la ignorancia y la sensiblería, se acuerdan de un grupo de animales mal definidos, se olvidan de uno que también vertebrado y bípedo, que es la especie humana… el hombre. Porque el daño que va a causar sentimental, económico, cultural y ecológico a los propios humanos es enorme», argumenta.
Castroviejo, sobre la castración obligatoria: «Es un disparate y una falta de respeto enorme al dueño del animal»
Sobre la castración obligatoria, expone que le parece «un disparate y una falta de respeto enorme al dueño del animal y sobre todo al animal, al individuo a quien van a castrar; tremendo», defiende.
También valora la modificación del Código Penal, que eleva el concepto de maltrato a todos los animales vertebrados: «Es otro indicador de la ignorancia supina y del totalitarismo, porque yo dictamino que son los vertebrados… ahora, los que tienen un sistema nervioso desarrolladísimo y son inteligentes, los himenópteros sociales, las abejas, avispones, los moluscos, sobre todo los cefalópodos -los pulpos y los calamares-, ¿por qué no van a sufrir? Hasta las plantas emiten sustancias cuando son agredidas. Todos estamos de acuerdo en evitar la crueldad y habría que decirle a ellos que si tienen una infección de garganta, si toman un antibiótico, si matan millones de bacterias de un tirón, de entrada…», añade.
Sobre la protección de las colonias felinas
Sobre la ley y la protección que defiende de las colonias de gatos, señala que éste «es un disparate grotesco; los gatos no forman colonias, se agrupan, son felinos que viven la vida idónea si hay comida. Y luego tienen unas repercusiones ecológicas en los ecosistemas enormes y gravísimas, porque acaban con la pequeña fauna urbana. Una lagartija, un nido de un jilguero o de un mirlo en un naranjo o en un árbol, una rana que salta en una orilla… porque los gatos hacen un daño inmenso. Los gatos son cazadores. Lo que habría que hacer con estas agrupaciones masivas, es retirarlos todos y que los políticos monten enormes granjas de gatos y los cuiden ellos», concluye.
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