Alfonso XIII cazando en Doñana. EBD
Por extraño que suene, un plato típico en el pasado onubense era el lince con tomate. El felino era una pieza menor, no obstante. Casi una alimaña. En la caza están los orígenes del conservacionismo español, aristocrático y afecto al régimen. Como recoge el historiador del Instituto Max Plank Lino Camprubí en Los ingenieros de Franco (Crítica), «el gusto cinegético de estos aristócratas les convirtió en aliados de un grupo heterogéneo e internacional , algunos vinculados al CSIC, otros a WWF, esforzado en la conservación del coto de Doñana».
Franco quería, en 1954, llenar Doñana de eucaliptos para la industrial del papel
En 1954 los tres propietarios del coto invitaron a Franco a cazar a Doñana. Le expusieron al dictador la necesidad de parar los planes del gobierno de plantar eucaliptos en la zona. Un árbol de rápido crecimiento, muy adecuado para producir papel y que tiende a esquilmar otro tipo de vegetaciones, produciendo una alteración de los ecosistemas donde se introduce. En la carta en que piden la moratoria, hablan de conservar «un paraíso cinegético y zoológico de Europa». En ese contexto, el considerado padre de Doñana, José Antonio Valverde, había hecho campaña por Europa entre nobles y reyes. Y entre nombres pujantes del conservacionismo como Edward Max Nicholson (WWF), Guy Monfort o Luc Hoffman.
En paralelo, el ecologismo se empezaba a tratar como ciencia, más allá de la conservación. A nivel internacional, la propia WWF había nacido al calor de la descolonización, mientras que biólogos ingleses venían a Doñana a realizar expediciones ornitológicas. Después de todo, era una manera relativamente cercana de ver aves africanas. De manera romántica, Andalucía era descrita en libros ingleses como «más africana que la propia África».
En 1969 llegaba el decreto que declaraba Doñana como Parque Nacional. Se ponía así freno a la amenaza de los nuevos cultivos de arroz, la creación de carreteras para el turismo e industrias del fertilizante. En puertas de la crisis de 1973, esto no evitó disputas entre distintos actores interesados en sacar un partido u otro de Doñana, y que tenían visiones muy enfrentadas de lo que debía ser el conservacionismo. La zona estaba históricamente afectada por el paludismo y las condiciones de vida de buena parte de la población agrícola rozaban lo infrahumano.
Según explica Camprubí a El Independiente Podcast, «la expulsión de ADENA del rey emérito por cazador (recordemos la escena de Botswana) es paradójica, porque se le hizo presidente honorífico [de la asociación] en 1968 por ser un cazador reconocido, con vínculos con otros cazadores aristócratas que eran los que querían conservar territorios sin urbanizar con cotos de caza».
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