Un jabalí, perseguido por perros de caza. CEDIDA
Federación Navarra de CazaEl animal, que había mordido a un jabalí, murió pocos días después con síntomas nerviosos muy severos
El pasado 19 de febrero, un cazador del Valle de Erro acudió a los servicios veterinarios de la empresa GureVet, después de percibir que su perro se estaba rascando insistentemente el morro, hasta el punto de pelarse toda la parte izquierda de la cara. El animal había estado cazando la mañana del día 18, pero, según las investigaciones de los veterinarios, el origen de la infección se remonta al día 12, cuando mordió a un jabalí. Y a la espera de la confirmación oficial, en ese momento se pudo contagiar de la enfermedad de Aujezsky.
Cuando Teresa Etxarri Elizalde, veterinaria y propietaria de GureVet, examinó al perro, ya percibió que mostraba una sintomatología neurológica. “Al principio, sufría de un prurito muy agudo, pero, después, comenzó con temblores, incoordinación, rigidez en las patas, muchas babas…”, relata, al tiempo que indica que murió un día después. Etxarri explica que nunca le había tocado un caso así, aunque conoce la enfermedad. “Cuando ves algo tan característico, que no te cuadra con lo habitual, empiezas a investigar y ves que es completamente compatible con el Aujezsky”, asevera.
Esta enfermedad, a la que también se la conoce como pseudorrabia, está causada por un virus que infecta el sistema nervioso central y otros órganos, como las vías respiratorias. Afecta a diversos mamíferos, como los perros, los gatos, el ganado vacuno, las ovejas, los conejos, los zorros, los visones, etc., excepto a los humanos y a los simios sin cola. Por tanto, es importante clarificar que no se trata de una enfermedad que cause problemas para la salud pública, al no ser una zoonosis. Sin embargo, es letal en los perros, que suelen morir a los pocos días de contraerla. El reservorio natural del Aujezsky está en los suidos, tanto los domésticos como los silvestres (los jabalíes). Por ello, la correlación epidemiológica con los perros de caza en la Comunidad foral es sumamente relevante.
Etxarri apunta que el perro infectado estuvo mordiendo a un jabalí en su tercio posterior, mientras que hubo otro perro que mordió al mismo animal, pero en la zona de las orejas. Este último ha estado siendo vigilado, si bien no ha mostrado ninguna sintomatología. Los estudios científicos determinan que existen mayores posibilidades de caer infectado si el perro ingiere carne, ya que es donde el agente infeccioso puede estar más presente.
El problema con esta patología es que la confirmación oficial puede tardar meses en llegar. La veterinaria de GureVet, por ejemplo, tuvo que recorrer un arduo camino para seguir el protocolo y superar la burocracia. “Casi me volví loca –explica–, porque me hicieron dar vueltas en círculo. Llamé a Sanidad y ahí me dijeron que hablara con Salud Pública. De ahí, pasé a Ganadería, que me envió a Bienestar, y estos últimos me mandaron al Colegio de Veterinarios. Fue una locura”.
Como resume, para que un veterinario pueda enviar una muestra a un laboratorio, debe contar con una autorización oficial. “Al final, me firmaron el documento desde Bienestar Animal. Entonces, tuve que sacar el cerebro del perro y cortarlo por la mitad. Una de las partes la envié al Instituto de Salud Carlos III y la otra, al Laboratorio Central de Sanidad Animal de Algete. En el primero, determinarán que no se trate de rabia. Y, en ese momento, el otro centro de referencia procesara la muestra. Así que tardarán meses”, añade.
Desde la Federación Navarra de Caza (FNC), el veterinario y asesor técnico Nicolás Urbani precisa que, gracias a la colaboración del cazador y a la diligencia profesional de Etxarri, se pudo distinguir claramente que los síntomas que sufrió el perro eran compatibles con el Aujezsky, una enfermedad contra la que no existe ni vacuna ni tratamiento para los perros, pese a estar muy presente, ya que se estima que alrededor de un 30% de todos los jabalíes que hay en España son portadores de este virus. Por tanto, el riesgo de transmisión a los perros de caza mayor es muy elevado.
“Ahora mismo, el Gobierno está insistiendo mucho en las cuestiones relacionadas con la sanidad y el bienestar animal. Pero con una enfermedad que es tan letal y con la corriente actual que parece solo primar la sobreprotección animal, sorprende muchísimo que no se esté haciendo nada”, subraya Urbani.
Por este motivo, la FNC, en colaboración con ARRECAL y GureVet, ha preparado un informe, que ha enviado al Gobierno de Navarra, para que tanto este organismo, como los veterinarios y los cazadores se conciencien de la emergencia de esta ecopatología. “Actualmente, es una enfermedad infradiagnosticada en perros de caza y sin protocolo oficial de comunicación. Y este primer paso es clave para conocer la grave situación epidemiológica y avanzar en la investigación de futuras vacunas. En los cerdos, ya existe. ¿Por qué no podría haber una para los perros?”, se pregunta.
Hoy en día, la única herramienta existente, según reseña, es la prevención. “El colectivo cinegético debe evitar que los perros muerdan demasiado a los jabalíes durante las cacerías y, si después se los alimenta con su carne, que sea tras un tratamiento térmico como el cocinado”, alega. Con la temporada de caza mayor ya finalizada, el riesgo bajará, pero Urbani reclama que siempre hay que estar vigilantes, pues puede haber, por ejemplo, batidas extraordinarias.
En el documento remitido al Ejecutivo foral se describe sintéticamente la patología, la relevancia epidemiológica del jabalí y las graves afecciones en los perros de caza. Se pretende informar, sin generar alarma, de que la enfermedad de Aujezsky no es transmisible al ser humano, pero que, en los perros, es letal, ya que no existe tratamiento profiláctico o curativo. Por ello, se resalta que las únicas medidas preventivas posibles, en el caso de los perros, son que se evite su alimentación con carnes o vísceras crudas de jabalíes, se minimicen los agarres a estos ungulados y se reduzcan los tiempos de contacto con animales abatidos, así como que se controle el acceso de los perros a los restos o cadáveres que puedan encontrar en el campo.
En este sentido, se debe concienciar a los propietarios de los perros de caza y a los veterinarios de la importancia de comunicar a las autoridades competentes las sospechas de la aparición de esta enfermedad. Y, por último, se emplaza al Gobierno de Navarra a que optimice la red de alerta y los protocolos de actuación ante la sospecha de esta patología, además de que busque soluciones operativas para la prevención, la lucha y el control del Aujezsky en los perros de caza.
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