El asusto y viejo macareno portaba en su boca unas impresionantes navajas, merecedoras de una medalla de oro. Había conseguido eludir las posturas, dirigiéndose al lugar donde estaban ubicados los vehículos de los perreros, para así evadir el cerco generando una arriesgada situación para perros y cazadores.
Una peligrosa pelea
Los perros de ambas rehalas se enfrentaban al macareno, que no dudaba en lanzar por los aires a todo perro que se le aproximaba. Los perreros, conscientes del peligro de la situación, corrieron en auxilio de sus canes hacia el lugar de la batalla. El jabalí, al percatarse de la presencia de los cazadores, huyó, dirigiéndose hacia el lugar de la suelta y llevándose tras sus pasos a las dos rehalas.
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