La subespecie ibérica es conocida como Canis lupus signatus por las manchas más oscuras que tienen en las patas y varias partes del cuerpo. Existen otras subespecies americanas o asiáticas, especialmente en zonas árticas, que tienen el pelaje negro o blanco. Los ejemplares orientales y americanos son más corpulentos que los ibéricos pudiendo rebasar los 60 kilos de peso.
Durante el siglo XX el lobo fue perseguido como alimaña y su población fue disminuyendo, pero en los últimos 30 años su presencia está aumentando. La población incrementa por varios motivos: abandono rural, mayor número de presas, especialmente ungulados silvestres, erradicación del veneno, adaptabilidad del lobo a muchos tipos de hábitats, elevado potencial de reproducción y mayor protección legislativa, entre otras, por su clasificación como especie de caza en la ley de caza de 1970, que hace que se valore como recurso a conservar.
La UE en su directiva Hábitats 92/43/CEE de 1992 permite, con criterio científico, la caza del lobo al norte del río Duero. Por este motivo la caza del lobo es legal en España en estas regiones y cada CC.AA. establece el método de captura en su legislación.
El lobo ibérico no está amenazado y, de hecho, está en franca expansión habiendo colonizado regiones al sur del Duero de donde habían desaparecido. En el último censo conocido de 2012-14 se contabilizaron 297 manadas y, desde entonces, su expansión ha continuado. Es posible que en algunas regiones no esté creciendo de forma tan acusada, pero en otras se ha incrementado de forma notable. Por ejemplo, en Madrid solo había una manada censada en 2012 y hoy se extiende por toda la sierra: desde Guadalix de la Sierra hasta la comarca oeste cercana a San Martín de Valdeiglesias. En Galicia el censo hablaba de 77 manadas residentes y hoy se controlan unas 90. Por este motivo es probable que existan entre 2.500 y 3.000 ejemplares. En 2016 se cazaron legalmente, según los archivos del ministerio de Agricultura, 129 lobos.
En 1950 se creó una Comisión de Trofeos, embrión de la Junta Nacional, que aprobó unas fórmulas en marzo de ese mismo año, pero que no incluían en un primer momento al lobo dado que no se consideraba especie de caza mayor.
Como curiosidad cabe mencionar que en el III catálogo general de 1973 aparecen dos listados: uno de trofeos en los que se ha medido el cráneo y otro de trofeos naturalizados cobrados con anterioridad a 17 de octubre de 1967 cuyos premios fueron concedidos a juicio de la Junta Nacional de Homologación. Dicho de otra forma, se pusieron todos juntos y fueron clasificados a ojo en la categoría de oro, plata y bronce.
La fórmula era idéntica a la actual pero el baremo era diferente dado que el bronce empezaba en 32,01 puntos, la plata en 36,01 puntos y el oro en 40,10 puntos. En 1975 al aceptar la JNHTC las fórmulas y baremos del CIC el baremo del lobo se modificó quedando como el actual.
Como curiosidad quiero mencionar que el CIC acepta para el lobo, oso y lince dos mediciones diferentes una del cráneo y otra de la piel. Sin embargo, la Junta nunca ha usado la medición de la piel para homologar lobos.
En el cuadro siguiente recogemos la evolución de los trofeos homologados en todos los catálogos que ha editado la Junta Nacional.
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