jueves, 23 de enero de 2020

Todas las claves para montear con mal tiempo. Mis fotografías en Cazavisión. Enero 2020.


En días de frío, lluvia, nieve, viento… 

Todas las claves para montear con mal tiempo 

El mal tiempo en general puede jorobarnos un buen día de caza. Es precisamente en estas situaciones cuando hay que estar más alerta. Por ello, estas claves os ayudarán a montear con mayor éxito en situaciones de frío, lluvia, nieve, viento…

Las monterías con lluvia son de tensión permanente. 

En enero y febrero, a la hora de montear, resulta muy probable que nos toque uno de esos días en los que desearíamos no haber salido de la cama. Frío, lluvia, nieve, niebla y viento son los factores que más nos pueden arruinar un excelente día de caza. Pero esos factores nos afectan más o menos a los cazadores y a la fauna. 

El frío 

Las reses no se ven afectadas por un día de mucho frío como lo vamos a estar nosotros. Ellas están preparadas para soportar temperaturas de órdago y montear con frío no les afecta. Es más probable que podamos tener problemas con los perros cuando termine la montería si han sudado en exceso y se quedan fríos, pero guarros y ciervos van a actuar como si nada. 

Conozco un buen amigo, montero viejo él, que cuando llega uno de esos días bajo cero y en umbría, se enciende un fueguito que le permita mantener las constantes vitales. Cierto es que lo hace a riesgo de que ese guarro viejo se dé la vuelta al sentir el fuego, pero la realidad es que las reses no desconfían tanto de un olor que es natural al trabajo en el monte. Por supuesto si la res lleva los perros detrás, poco le importará esa fogatita. Yo lo he hecho en unas cuantas ocasiones cuando cazaba con mis hijas, y la verdad es que no me ha supuesto un problema para que las reses entraran a mi postura. 


En un puesto de traviesa o cortadero cerrado, donde nos va a tocar tirar a muy corta distancia, sí que puede resultar un problema. Pero un fuego en una postura de las de balconcillo no supone un menoscabo de las posibilidades de tiro. Según sea nuestro puesto, podemos optar por arriesgar y salir enteros y calentitos o aguantar el frío aun a riesgo de congelación. 

La lluvia 

A las reses les resulta indiferente, si bien andan más escamadas porque el repiqueteo de las gotas ahoga los ruidos y ellas gustan de andar con el oído atento. Nosotros, en cambio, perdemos visibilidad y capacidad de oír llegar a las reses, puesto que el monte mojado se come cualquier ruido. Si prevemos que vamos a tener un día de lluvia, hay que llevar al puesto un buen paraguas grande que se pueda acoplar a una vara para poder tener las manos libres. 

Otro de los problemas que trae consigo la lluvia es la posibilidad de que la óptica se nos empañe. Por ello debemos tener siempre listo un pañuelo para ir limpiando la lente todo el rato. Nada hay que pueda dar más rabia que encarar una res y no ver ni ‘guarra’ por estar empañado o por las gotas en el visor. Incluso es mejor quitarlo que arriesgarse a no poder tirar. 

Fotografía: Félix Sánchez Montes
Con lluvia hay que estar mucho más atento que con tiempo calmado, puesto que las reses nos van a sorprender en la mayoría de las ocasiones y, sin que sepamos cómo, se nos plantarán en medio del cortadero sin darnos tiempo a encarar y tirar. Las monterías con lluvia son monterías de tensión permanente. 

Hay una ventaja en esos días de lluvia, y es que los perros trabajan de fábula al mantener la humedad todas las emanaciones de las reses. Salvo que caiga el diluvio universal, los canes tienen todas las de ganar frente a unas reses mojadas que dejan mucho más rastro y mucho más persistente. Existe la creencia equivocada de que la lluvia borra los rastros, y nada hay más alejado de la realidad, al menos a corto plazo. Una res que se haya encamado en una mañana de lluvia va dejando un rastro que sólo se borrará con agua al cabo de dos días de intensa lluvia, así que para el día de la montería está vendida. 

Montear con nieve 

Hasta ahora, en muchas comunidades autónomas se prohibía una cacería si la nieve cubría el suelo, aunque la capa fuera una mísera micra. Hoy ya se va imponiendo la cordura y si la capa no es continua o no alcanza más de 20 centímetros, se permiten dar las monterías. Lo cierto es que en esas condiciones a las reses les da lo mismo que haya nieve o que no, y a los perros otro tanto. Por el contrario, si se autorizara cazar con nieves más espesas, los perros, más ligeros, podrían dar alcance y matar a las reses, más pesadas y que se hundirían en su huida. 

La niebla 

En cuanto a la niebla, lo mejor es suspender la montería por cuestiones de seguridad. Además, montear con niebla resulta imposible. No oímos ni vemos a las reses y jamás podremos saber si nuestra bala terminará en lugar seguro. Si la niebla está ahí antes de la montería, no se deberían colocar los puestos hasta que levante. Por el contrario, si la niebla nos sorprende puestos, lo mejor es quedarse hecho un ovillo y no moverse hasta que levante. Si la niebla fuese ligera, es importante estar seguro de que nuestra bala va a enterrarse y no hacer experimentos, ya que ninguna res vale el riesgo de herir a un ser humano. 

Fotografía: Félix Sánchez Montes
El viento 

Si la previsión es de vientos de más de 30 km/h no vamos a poder montear o no vamos a tener éxito. En esos días sería mejor quedarse en casa y no perder el tiempo en medio del vendaval. Lo primero que nos vamos a dar cuenta es que no oiremos un rabo. Nada de nada que tenga que ver con la movilidad de las reses. Ruido mucho, pero de utilidad, nada. Ni siquiera oiremos las ladras que estén a un centenar de metros de nuestro puesto a sotavento, puesto que se las va a comer el condenado viento. Por el contrario, las ladras a mucha distancia de nuestra postura en el lado de barlovento se oirán como si estuvieran a escasos metros, al traer su sonido en volandas el dichoso viento, dejándonos con una insatisfacción de cine al no terminar nunca de romper perros y presa. 

Fotografía: Félix Sánchez Montes
Los cochinos se nos van a meter encima sin que nos hayamos dado cuenta y no vamos a poder tirar en condiciones. 

Los cambios de viento que suelen tener esos días de vendaval van a volver locos a los perros, que pierden y recuperan los rastros sin una pauta. Además, las reses, ante la orquesta de ruidos y olores, van a querer permanecer quietas a la espera de lo que tenga que venir, ya que tomar decisiones de huida en esas condiciones es un suicidio. Más vale esperar lo que sea encamada o escondida en lo espeso, que arriesgarse a huir en dirección desconocida. 

Viento y caza en montería son garantía de fracaso, pero si nos toca montear en esas condiciones, habrá que estar en permanente alerta

Texto: Refael Centenera
Fotografías: Istock, Félix Sánchez y archivo


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